La media distancia

…y los gritos, por fin, se dirigen a mí, que estoy solo en aquel lugar, porque hay lugares donde uno está demasiado solo y se sabe visto, no obstante, como yo ahora, en que navego por debajo de un puente: “Sufre, chaval, sufre, que hay récord” ‘ (p 120)

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Digámoslo así. Distingo dos tipos de buenas novelas. De las que provocan una voluntad de ir más allá, en mi caso, de reseñarlas. Las activas y las reactivas. Las activas (por ejemplo, ‘Níquel’) entusiasman, y resulta fácil hablar de ellas, transmitir ese entusiasmo. Las reactivas también entusiasman, si, pero de otra manera. ‘El malaguanyat’ o ‘Las vírgenes suicidas’, son grandes novelas, pero resulta más complejo decir porqué. No se trata simplemente de enumerar aspectos narrativos o argumentales, hay algo que va más allá. La literatura, en estos casos, esta tocando algunos puntos complejos u oscuros. La sensación es que uno no sabe muy bien que decir, pero que resulta necesario decir algo. El cómo ya vendrá. Una novela activa, exalta. Una novela reactiva no deja indemne ‘La media distancia’ de Alejandro Gándara, estaría entre estas últimas, y este texto va en esa dirección apuntada.

‘La media distancia’ es el debut en 1984 de un jovencísimo (27 años) Gándara, un monólogo en primera persona (me resisto a lo de ‘interior’) del protagonista, un estudiante becado en Madrid gracias a sus condiciones atléticas para el medio fondo. Es una novela corta, organizada diecisesis capítulos – crisis y fragmentaria, con uno o varios fragmentos – párrafos por pagina. La novela intercala flashbacks de la infancia y la adolescencia, pero no es un novela de iniciación clásica, a lo héroe saliendo del pueblo paternal, sufriendo en la gran ciudad y volviendo ya adulto y sabio. Hay algo de eso, pero sería demasiado simple dejarla allí. Igual que la referencia obvia a ‘La soledad del corredor de fondo’, que tan poco gustó al autor en su momento. Ni tampoco es, como cita el introductor, una novela psicológica. No entiendo muy bien ese cajón de sastre de la novela psicológica. Me parece tan redundante como ‘novela literaria’. ‘La media distancia’ es una novela original, extraña y brillante. No encaja bien en las etiquetas habituales, y ese es uno de sus atractivos. Otro es unas referencias literarias de altura. Faulkner es una. Proust y todo el detallismo sensualista tanto del teen angst como del punto de inflexión, de apertura al mundo. También Thomas Bernhard sale aquí, en este caso a través de la negatividad fisicalizada, la enfermedad y la degradación del cuerpo como reacción ante la podedumbre generalizada. De hecho, el sufrimiento, real o psicosomático, del protagonista lleva más hacia la nausea de Sartre o al extrañamiento de Camus. Cada cual llevara la novela a su terreno, al que sienta más propio, y mis referencias van en esa dirección. No dejo de ver la relación de incomunicación que tiene el protagonista con sus padres como un reflejo del Antoine Doinel en ‘Los 400 golpes’. Asimismo, y por encima de todo lo dicho, ‘La media distancia’ es una novela que gira alrededor del tiempo. Tanto de la percepción del tiempo como de la forma de narrarlo. Desde la perspectiva acabada del protagonista, que citara varias veces que el no tiene futuro, que un pobre como el no tiene capacidad de elección, hasta ese intento extático de detener el tiempo, y con el, el mundo, del corredor de fondo sumergido en un cuerpo que sólo busca llegar a la meta, ganar la carrera.

Hay varias ediciones de ‘La media distancia’. La original se publico en Alfaguara en 1984 y se ha reeditado en dicha editorial también en 2008. La portada adjuntada es la de dicha reedición. El ejemplar que yo he leído es una edición que hizo Circulo de Lectores en 1986 (creo). No me constan variaciones en dichas reediciones. Si a alguien si, que me corrija.

Alejandro Gándara, La media distancia , Alfaguara, 2008, Madrid

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