Knockemstiff

Mi padre me enseñó a hacer daño a la gente una noche de Agosto en el autocine Torch cuando yo tenía siete años. Era lo único que se le dio bien alguna vez.

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Así de contundente empieza ‘Knockemstiff’. La declaración es de Bobby, el personaje que articula temporalmente el conjunto de las historias del libro a través de tres cuentos ubicados al inicio (La vida real), medio (Pills) y final (Los combates) que corresponden a su infancia, adolescencia y edad adulta. Ese día de la cita, en el que empujado por su padre acóholico y violento le dará por primera vez una paliza a alguien es el primer dia en que su vida empieza a deslizarse retrete abajo para no salir ya de la Hondonada, el agujero white trash de la America profunda que Pollock retrata como Knockemstiff.

Knockemstiff existe realmente. Es un diminuto pueblo del sur de Ohio, y su autor, Donald Ray Pollock nació allí en 1954. Vivió y trabajó toda la vida, hasta que a los 55 se matricula en unos cursos de escritura creativa, aprende el oficio y escribe una colección de relatos tan espeluznante como esta. Una galería de patologías y psicópatas que deja a los escritores titulares del realismo sucio a la altura de monaguillos residentes en Barrio Sésamo. Para descargo con sus vecinos, Pollock añade una nota final asegurando, no que las historias explicadas son producto de su imaginación (treinta años en una fábrica papelera dan material para esta colección de desgracias y muchas más) sino que sus vecinos son buena gente y que a él le ayudaron siempre que lo necesitó.

Los personajes de Pollock no son perdedores outsider o psicológicamente fracasados. Son auténticos infelices, desgraciados completos. Gente que vive al limite del desastre absoluto, en un pozo de disfuncionalidad familiar, adicciones (alcohol, sobretodo) e incapacidad para generar alguna posibilidad de readaptación social. Aun así, los protagonistas de los cuentos (no los secundarios) generan empatía. La sensación que de haber nacido allí, en un entorno así, quizás el lector sería uno de ellos. No hay divertimentos ni estructuras psicológicas complejas. Hay un tono neutro, una historia de hechos fríos montada alrededor de una estructura de desesperación subyacente.

Los cuentos de Pollock se basan en la presentación de un motivo-historia y su desarrollo. Empiezan muy fuerte, con un primer parágrafo demoledor a partir del cual se desarrolla la historia, una escena de la vida en la Hondonada. Hay un personaje central que vehicula la historia, y esta acostumbra a quedar abierta. La reaparición de personajes a través del tiempo, situaciones vistas desde personajes diferentes, los gestos recurrentes (la Hondonada, el tabaco mascado, la salchicha ahumada) y la permanencia en el lugar, algo parecido al infierno pero del que nadie puede salir aunque todos lo odien, funcionan como los elementos cohesionadores del libro.

‘Knockemstiff’ está varios pasos por encima de Carver y Bukowsky en lo que a realismo sucio se refiere. El único autor que se le parece es Harry Crews. Y por supuesto, está a años luz de esa visión de la América de clase media, de diván psicoanalítico, de todos los escritores que dedican cientos y cientos de páginas a las consecuencias de un divorcio traumático. Agradecer también, como señala Kiko Amat en el excesivo prólogo, la maestría de Javier Calvo en la traducción de un libro que ha de resultar arduo en su versión original.

Donald Ray Pollock, Knockemstiff, Barcelona, 2011, Libros del Silencio

Un comentario en «Knockemstiff»

  1. Quines ganes absolutes. Saps que avui, però AVUI mateix, he anat en busca i captura de Crews? Childhood: The Biography of a Place. Un dia em vas dir que no t’agradava la literatura dels Estats Units perquè es centrava sobretot en les relacions amoroses i matrimonials de la classe mitjana. Estic d’acord. Jo em quedo amb el fred de Vann, l’extrema pobresa de Steinbeck, la desolació de McCullers, els paisatges de Cather, l’accent de Faulkner i, qui sap, potser amb la brutalitat de Pollock.

    En parlem!

    Ada

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