Fernando San Basilio no es un novísimo ni un tapado. Es un caso flagrante de relación inversa entre calidad y reconocimiento de su obra. El conjunto de las cuatro novelas que tiene publicadas le pondría entre lo mejor de la literatura española actual, pero me parece que somos pocos (todavía) los que pensamos así.
El mérito de su descubrimiento conviene dárselo a Constantino Bértolo cuando publicó su primera novela, ‘Curso de librería’ (2006) en la recién creada Caballo de Troya. Fue un momento editorial único, en el que un gran grupo le dio carta blanca a un editor de nivel (Bértolo venia de Debate) para que sacase todo aquello que en circunstancias normales hubiera quedado fuera del circuito editorial. De aquella primera Caballo de Troya salieron libros notables, rarezas y otros olvidables. No obstante, el catálogo fue tan extenso en tan poco tiempo que resulta complicado una visión completa o general. De entre todas las que he leído, me destacó muy por encima del resto ‘Curso de librería’, una novela genial (sigue siendo mi preferida) de un autor desconocido.
La novela es la historia de un parado madrileño de mediana edad que se apunta a un curso del INEM en una academia (la Academia Diderot) para ser librero. El resultado es un monumento a la sencillez, a la ironía y al sarcasmo. Una reivindicación de la humildad desde la brillantez narrativa que la hace muy disfrutable. Aunque editorialmente se marque el tono ‘social’ de la novela, me sigue pareciendo (con todos los matices que quieran) una comedia. Es el tipo de novela que debería haber sido un best seller para demostrar que se puede escribir algo diferente y de calidad y llegar a un gran público.
La segunda novela de San Basilio fue ‘Mi gran novela sobre La Vaguada’ (Caballo de Troya, 2010) y tiene algo de continuación con ‘Curso de librería’. Ya en la primera, el protagonista, que en el fondo soñaba con ser escritor, deja ir un proyecto de escribir una novela sobre La Vaguada, un centro comercial madrileño exactamente igual que los de las otras grandes ciudades. Aquí en la segunda, el protagonista coge el testigo e intenta entrar en el establishment literario sólo para conseguir saltar de un trabajo malo a otro peor, lo que le sirve al autor como reflejo más bien grotesco de la vida laboral. Si ‘Curso de librería’ podía aceptar una cierta candidez, aquí ya no. Incluso con lo literario.
‘El hecho literario puede, por momentos, resultar algo ridículo, pero es mucho más ridículo todo lo demás: las presentaciones, los talleres, los libros de relatos, las lecturas o las entrevistas. De todos modos, intenté, y me gustaría haberlo conseguido, no cargar demasiado las tintas en lo cáustico, y dejar que entrara un poco de aire. Uno de los temas fundamentales del libro creo que son los lugares comunes, que siempre me han resultado muy divertidos y exasperantes.’(1)
‘Mi gran novela sobre La Vaguada’ es una excelente novela, que puede ser leída como un díptico junto con ‘Curso de librería’. Pero la siguiente tendrá poco que ver. ‘El joven vendedor y el estilo de vida fluido se publica en Impedimenta en 2012 y en cierta parte es la culminación de las anteriores porque, aquí sí, al final tenemos una novela sobre La Vaguada. Un chaval que trabaja en una de las tiendas del centro pasa un día divagando entre los locales y los clientes, intentando beber toda la cerveza que aguante su estómago. El ritmo narrativo se desboca, se hace ‘fluido’, y de hecho todos los guiños al ‘Ulises’ de Joyce pueden hacer pensar que la gran novela va en paralelo al día en la vida de Israel en La Vaguada.
‘Los guiños son inconscientes, o involuntarios, o al menos no premeditados (…) hay un libro, o mejor dicho, dos, que leí varias veces por aquella época y que, probablemente, estén en la génesis de ‘El joven vendedor…’, me refiero a ‘Klausen’ y ‘Martes del bosque’, de Andreas Maier, que son dos de los libros que más me han gustado en mi vida, por su ligereza y su levedad, en el mejor sentido de las palabras, y por esa narración apretada, implícita, natural’
La cuarta, y última hasta la fecha, novela de San Basilio es ‘Crónicas de la era K-pop’ (Impedimenta, 2015). La estancia del autor en Corea le valió para escribir un libro en el que alternan dos historias, una serie de reportajes periodísticos tipo ‘viajeros por el mundo’ especialmente fascinados con la red comercial de cafeterías coreanas y la historia de Fernández, un congresista que queda varado en el país sin saber qué hacer, esperando a Godot.
‘El libro es una gran mentira, por supuesto, y lo que no es propiamente un relato sobre el desconcierto y la fascinación es un nudo de historias falsas, quiero decir de falso nuevo periodismo en el cual lo que me interesaba. sobre todo, y como casi siempre, es el tono (…) una visión exaltada de un lugar y una circunstancia concreta, que es precisamente la de estar ocioso en un lugar como Corea y tener la sensación de vivir una vida nueva o, mejor dicho, de renacer’
Actualmente Fernando San Basilio vive en Bruselas, donde tiene entre manos una gran novela sobre Bruselas (‘y no pretendo ser del todo irónico’) pero parece que aun tardaremos en poder leerla. Es una lástima que los mejores, como Magrinyà (otro descubrimiento de Bértolo), espacien tanto sus nuevos libros. Siempre nos quedará París.
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